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Balance de las elecciones 2019

César Hernández González

Asesor del Consejero Presidente del Instituto Nacional Electoral

Elecciones competidas, incertidumbre en los resultados, alternancias, pluralidad en órganos de poder, comicios libres de violencia, avances y retrocesos de la oposición, minorías con posibilidad de ganar elecciones, gobiernos y partidos dominantes con probabilidades de perder elecciones, son consecuencias y lecciones, de carácter democrático, que brindaron los comicios de 2019, cuyo origen radica, a todas luces, en el sistema electoral.

Las elecciones produjeron una serie de lecciones que deben ser tomadas en cuenta, por legisladores, gobiernos, partidos políticos y catedráticos, para valorar el funcionamiento del sistema electoral; enseñanzas que deben constituirse como insumos para la próxima reforma electoral, dado que son el último referente de la democracia representativa.

Los aprendizajes versan sobre la incertidumbre, alternancia, competitividad, pluralidad, violencia, resultados electorales, reelección y candidaturas independientes. Temáticas que convergen para concluir que el sistema electoral es eficiente, certero y confiable, perfectible sin lugar a dudas, pero, desde hace 28 años, es el ancla del régimen democrático que proporciona estabilidad política, económica y social en la transmisión y el ejercicio del poder.

Incertidumbre.

Una elección democrática debe de garantizar la incertidumbre sobre quién va a ganar. Hoy en día es sumamente difícil saber quién resultará vencedor, lo cual se reafirmó en 2019. En Baja California, Puebla y Tamaulipas la incógnita de la victoria se despejó un par de meses antes de la votación y en Aguascalientes, Durango y Quintana Roo fue en las últimas semanas.

En los ayuntamientos del Llano, Rincón y Cosío en Aguascalientes; Tijuana en Baja California; Tepeojuma y Ahuazotepec en Puebla; y Vicente Guerrero, Súchil, Santa Clara, San Juan, Pueblo Nuevo y Poanas en Durango, así como, en las diputaciones 03 y 04 de Baja California y 10, 11 y 12 de Tamaulipas, el triunfo se esclareció en la jornada electoral.

Alternancias.

Continuó el incremento de alternancias, lo que deja en manifiesto que el cambio en la composición del poder político si es posible. A nivel gubernatura se obtuvo el 100% (2 de 2); en el legislativo el 57.41% (31 de 54) y en los ayuntamientos el 51.67% (31 de 60). Al comparar el porcentaje de alternancia entre los dos modelos del sistema electoral: i) federal de 1989 a 2014 y ii) nacional de 2015 a 2019, se obtiene:

El fenómeno de la alternancia ha sido un cambio progresivo, lo cual es digno de celebrarse. Las gráficas 1 y 2 ilustran la evolución histórica de las alternancias en las elecciones de gobernador y diputación local:

Fuente: Elaboración propia con datos de los cómputos distritales del INE y los OPL

Fuente: Elaboración propia con datos de los cómputos distritales del INE y los OPL

Competitividad.

Persistió la competitividad, lo cual significa que las fuerzas políticas debían de ofrecer elementos “atractivos” para que la ciudadanía se decantará favor de alguna de ellas, esto favoreció el génesis de una condición democrática: la incertidumbre en torno al vencedor.

Al medir los resultados entre el primer y el segundo lugar , se obtiene que 22 elecciones (18.97%) son definidas como cerradas, 16 (13.79%) competidas, 35 (30.17%) abiertas, 39 (33.621%) definidas y 1 (0.86%) sin competencia. La gráfica 3 nos ilustra sobre la competitividad electoral por tipo de cargo:

Fuente: Elaboración propia con datos de los cómputos distritales del INE y los OPL

Las elecciones de gobernador fueron menos competidas, puesto que Baja California se ubica dentro del espectro de definida y Puebla en la órbita de abierta.

En diputados se refleja una baja contienda, en virtud de que 25 (46.30%) son definidas, 18 (33.33%) abiertas, 3 (05.56%) competidas y 5 (09.26%) cerradas. A nivel entidad federativa Quintana Roo tuvo mayor pugna, seguido por Tamaulipas y Baja California.

En ayuntamientos existió un alto nivel de disputa, ya que 17 (28.33%) son cerradas, 13 (21.67%) competidas, 16 (26.67%) abiertas, 13 definidas y 1 (1.67%) sin competencia. A nivel estado Durango demostró mayor competitividad, seguido por Aguascalientes, Puebla y Baja California.

Pluralidad.

Se salvaguardó la pluralidad. Se configuró un variopinto mapa de representación política en Aguascalientes, Durango y Quintano Roo, puesto que diversas fuerzas políticas accedieron a cargos de representación popular, lo que conllevo a equilibrar el ejercicio del poder político. (gráficas 4, 5 y 6).

Fuente: Elaboración propia con datos de los cómputos distritales del INE y los OPL

En Baja California la pluralidad se redujo drásticamente a un escenario monocolor (gráfica 7 y 8) y en Puebla y Tamaulipas se configuró un contexto bicolor (gráfica 9 y 10).

Fuente: Elaboración propia con datos de los cómputos distritales del INE y los OPL

Elecciones sin violencia.

Se celebraron comicios libres de violencia; lo cual genera un ambiente de confianza a la hora de acudir a las urnas, a pesar de estar en contextos de inseguridad y violencia. Al comparar 2018 con 2019 sobre la incidencia delictiva federal, se observa que Aguascalientes tuvo un incremento de 02.89%, Quintana Roo de 07.77% y Tamaulipas de 02.39%. Existió un decrecimiento en Baja California del 00.04%, Durango de 19.33% y Puebla con 14.72%.

Respecto de la incidencia delictiva estatal, Puebla (33.69%) y Quintana Roo (40.15%) presentaron un acrecimiento. Aguascalientes (02.07%), Baja California (07.23%), Durango (11.55%) y Tamaulipas (01.39%) reflejaron una reducción (gráfica 12).

Las elecciones estuvieron libres de violencia, esto se refleja en dos aspectos. En la organización de los comicios se presentaron 191 incidentes de inseguridad y/ violencia (16 en Aguascalientes, 45 en Baja California, 3 en Durango, 68 en Puebla, 41 en Quintana Roo y 18 en Tamaulipas). En la jornada electoral acontecieron 14 incidentes (3 en Baja California, 5 en Puebla, 2 en Quintana Roo y 4 en Tamaulipas). Cifras que son muy bajas al ser comparadas con las elecciones de 2015, 2016 y 2018.

Dilucidar los resultados.

En democracia, es muy complicado llegar a ver victorias de “carro completo” hacia un solo partido en todos los aspectos. Las elecciones de 2019 reflejan que son diferentes los partidos políticos ganadores si se analiza por el número de cargos alcanzados, el tipo de cargos y el número de votos.

De un total de 116 cargos en disputa el PAN triunfó en 47 (40.52%), MORENA 40 (34.48%), PRI 22(18.97%), PVEM 2 (1.73%), PT 2(1.72%), y PRD, MC y PD 1 (00.86%). A nivel de cargos el PAN fue el ganador de las elecciones; empero, los comicios más transcendentales fueron ganados por MORENA (2 gubernaturas y 2 congresos locales).

A nivel votación MORENA se constituyó como la fuerza predominante; seguido por el PAN, principal fuerza opositora y logró acortar la distancia con MORENA; el PRI se consolida como la tercera fuerza; muy por detrás se ubican PRD, PT, MC y PVEM que no alcanzaron los 7 puntos porcentuales (gráfica 11).

Fuente: Elaboración propia con datos de los cómputos distritales del INE y los OPL

A nivel votación la tendencia estatal es reiterada, pero, lo relevante radica en la diferencia entre MORENA y el PAN: en la elección de gobernador es 06.023%, en diputados es 00.19% y de ayuntamientos es 00.84% (gráficas 12, 13 y 14).

Fuente: Elaboración propia con datos de los cómputos distritales del INE y los OPL

Complejidad de la reelección.

Derivado de la reforma electoral de 2014, las reelecciones son posibles. No obstante, son difíciles de lograr. 46 candidatos (39.66%) buscaron la reelección, solo 20 (43.48%) alcanzaron el objetivo de ser reelecto -12 presidentes municipales y 8 diputados. La reelección no implica una ventaja y/o un triunfo asegurado al candidato o partido político, es más, constituye una carga, en virtud, de que los candidatos son responsables directos de su gestión, así como, del desempeño de la fuerza política a la que pertenecen. La distribución de las victorias de los servidores públicos que buscaron la reelección fueron las siguientes:

12 presidentes municipales (60%) y 8 diputados (40%) fueron relectos. Esto se debe a que la ciudadanía tiene mayor proximidad a la gestión de un presidente municipal, debido a que los resultados y los beneficios son directos y tangibles. Mientras, la diputación es percibida como lejana e indirecta, catalogada como una extensión de un partido político.

Ocaso de las candidaturas independientes.

Las candidaturas independientes ya no figuran como opción política. El apogeo de las candidaturas independientes se ha desvanecido, únicamente participaron 20 candidatos: 4 en Aguascalientes, 6 en Baja California; 6 en Durango; 3 en Quintana y 1 en Tamaulipas. Ninguno logró la victoria. Las mejores participaciones fue un segundo lugar en el municipio de Jesús María en Aguascalientes y un tercer lugar en el municipio de Súchil en Durango.

El resto osciló entre una séptima y octava posición en las preferencias, individual y colectivamente ocuparon el último lugar en las elecciones de diputaciones y ayuntamientos. Ningún ciudadano participó como candidato independiente en los comicios de gobernador.

Se observa que la figura de las candidaturas independientes decayó de las preferencias ciudadanas, y si se quiere tener un acceso al poder político por vías diferentes a los partidos políticos es necesario replantear su funcionamiento.

A manera de conclusión

El sistema electoral funciona, y funciona muy bien. El entramado institucional organizó y arbitró, extraordinariamente, la función comicial: garantizó a la ciudadanía el goce, ejercicio y salvaguarda de derechos, libertades e iguales; favoreció la recreación de la pluralidad; resguardó las condiciones de equidad; organizó elecciones libres de controles políticos; facilitó la transmisión del poder por causes pacíficos, legales e institucionales; entre otros.

En suma, el sistema electoral proporciona, desde hace 28 años, elementos para robustecer y proteger el régimen democrático, el estado de derecho, los derechos humanos y la gobernabilidad, todo ello, en favor del bienestar de la colectividad.

Si se busca realizar una reforma sin observar los grandes avances en materia electoral, desde los contextos federal y local, en particular en el ciclo de 2015 a 2019, se desconocería la historia democrática de México, por ende, se podría generar retrocesos y volver inoperable y obsoleto un sistema comicial que ha dado grandes satisfacciones a la ciudadanía.

Los comicios de 2019 forman parte de un proceso que comenzó en 2014, que ha demostrado, elección a elección, que es posible democratizar y legitimar el poder político desde la vía electoral, sobre todo, muestran que las instituciones electorales están configuradas para soportar presiones de toda índole, así como, para garantizar la celebración de elecciones auténticas, libres y periódicas.

Elecciones competidas, incertidumbre en los resultados, alternancias, pluralidad en órganos de poder, comicios libres de violencia, avances y retrocesos de la oposición, minorías con posibilidad de ganar elecciones, gobiernos y partidos dominantes con probabilidades de perder elecciones, son consecuencias y lecciones, de carácter democrático, que brindaron los comicios de 2019, cuyo origen radica, a todas luces, en el sistema electoral.

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