Las remesas de migrantes son un pilar importante de la economía mexicana. Contribuyen al 2% del PIB nacional y alrededor del 6% de los hogares mexicanos reciben transferencias internacionales. Existe un amplio consenso en que las remesas han sido claves para aliviar la pobreza en Latinoamérica. La posibilidad de contar con el apoyo financiero de familiares en el exterior reduce su vulnerabilidad frente a eventos como desastres naturales y crisis financieras y ayuda a cubrir gastos imprevistos como en el caso de enfermedades graves. Además, las remesas permiten a los hogares transnacionales adquirir mejores niveles educativos para sus hijos e hijas, alivian restricciones crediticias y algunos argumentan que eso les ha permitido a los micro-empresarios mexicanos realizar más inversiones.
Además de su efecto a nivel de los hogares, las remesas colectivas de los migrantes mexicanos también han contribuido a financiar gastos públicos a través, por ejemplo, del programa Tres Por Uno. En este programa de fondos mixtos, asociaciones de migrantes en EEUU proponen proyectos de inversión en infraestructura social en sus comunidades de origen. Por cada dólar que contribuyen las asociaciones de migrantes, cada uno de los tres niveles administrativos en México – municipio, estado y federación – complementa el financiamiento de estos proyectos con un dólar adicional. Este programa ha sido celebrado como un ejemplo de iniciativas migrantes que traen beneficios también a familias quienes no reciben remesas personales.
‘Los efectos indirectos de las remesas en las instituciones y el comportamiento de los gobiernos han recibido poca atención’
Sin embargo, una evaluación de los efectos de las remesas en las comunidades de origen es incompleta si ignora los efectos indirectos que puedan tener sobre las instituciones y el comportamiento de los gobiernos. Hasta ahora, este aspecto de las remesas internacionales ha recibido poca atención por parte de los investigadores sociales.
Un ejemplo de estos efectos indirectos de las remesas son su impacto adverso en las finanzas públicas. Las remesas desincentivan el gasto público, lo que se explica por dos razones :
La primera es que los migrantes terminan asumiendo la procuración de servicios que pueden fungir como sustitutos al gasto público, por ejemplo gastos en salud o educación privada. También hay evidencia que los migrantes ocasionalmente financian servicios que en teoría caen en la responsabilidad de gobiernos. El caso más evidente es el programa Tres Por Uno mencionado arriba. Cuando actores privados asumen la responsabilidad de proporcionar servicios públicos (o sustitutos por ellos), hay obviamente menos presión para los gobiernos de asumir estos gastos.
Segundo, la entrada de remesas tiene un efecto positivo sobre la popularidad de los gobiernos. Es decir, cuando las economías locales gozan de los beneficios de remesas, los gobernantes ven menos necesidad de “comprar” popularidad en las siguientes elecciones a través del gasto público. Por eso, con el fin de ganar votos, es más conveniente canalizar recursos hacía municipios donde entran menos remesas y donde hay necesidad de conseguir apoyo político.
Cuando más remesas significa menos presupuesto municipal
En el sistema federal mexicano, los fondos municipales se canalizan en gran parte a través de los estados. La mayoría del ingreso municipal en México (más del 80%) viene de las transferencias recibidas a través de aportaciones (transferencias condicionadas) o las participaciones (transferencias que no están condicionadas). A pesar de que existan fórmulas de asignación de recursos, existe cierta discrecionalidad en la asignación de estos fondos.
Con base en eso, desarrollé un modelo estadístico que explica la distribución de las finanzas municipales en México en función de cuántas personas recibieron remesas en cada municipio, según los censos del año 2000 y el año 2010.
“Los municipios con un mayor número de personas receptoras de remesas en 2000 y 2010 fueron “castigados” en términos de asignación de recursos públicos. Lo mismo observo para municipios que se beneficiaron del programa Tres Por Uno.”
Usando las tasas de crecimiento de ingresos municipales per cápita como variable dependiente, respondo a la pregunta: ¿Cambiaron tendencias en la asignación de presupuesto hacia los municipios cuando aumenta (o disminuye) el número de hogares que reciben remesas?
La respuesta es que efectivamente, las remesas han tenido un efecto fuerte de sustitución de gastos públicos en los años que analicé. Los municipios con un mayor número de personas receptoras de remesas en 2000 y 2010 fueron “castigados” en términos de asignación de recursos públicos. Lo mismo observo para municipios que se beneficiaron del programa Tres Por Uno. Esta relación se explica por las remesas y no por las diferencias demográficas y socioeconómicas de los municipios. Los resultado también mostraron que el efecto de sustitución es más fuerte en municipios pobres y en estados gobernados por el PRI.
Cambio en el Porcentaje de Personas Receptoras de Remesas y Cambios en Presupuestos Municipales Per Cápita (2000 y 2010)
El mapa visualiza el cambio en las personas receptoras de remesas (izquierda) y cambios en el presupuesto municipal per cápita (derecha) entre 2000 y 2010. Sombras más oscuras indican un aumento del porcentaje de personas receptoras de remesas o de presupuestos municipales. Áreas en blanco están omitidos por falta de datos.
Una evaluación completa del efecto de las remesas tiene que incluir sus efectos sobre el gasto publico
¿Cuáles son implicaciones de esta observación? Dos mensajes principales surgen de mi investigación. Primero, para entender el efecto de remesas en las economías receptoras no basta con analizar los efectos que tienen las remesas a nivel de hogares, porque también tienen importantes efectos indirectos en las comunidades de origen. Uno de estos, es que las remesas pueden funcionar como incentivos adversos sobre el gasto público. Segundo, no es suficiente analizar un efecto aislado del programa Tres Por Uno y otros programas similares. Una evaluación completa tiene que tomar en cuenta sus efectos sobre los gastos totales. El beneficio neto de estos programas es menor si se financia a través de una reducción de gastos en otros rubros.
Referencia: Ambrosius, Christian. «Government reactions to private substitutes for public goods: Remittances and the crowding-out of public finance.» Journal of Comparative Economics (2019). (link a una versión pre-publicada)