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La democracia participativa en México. ¿Hay condiciones para ejercerla?

José Del Tronco Paganelli

Profesor Investigador de Tiempo Completo. FLACSO México

En diversas intervenciones a lo largo de sus primeros meses de gobierno, el actual presidente Andrés Manuel López Obrador se ha referido a la importancia de la “democracia participativa”. Sin precisar demasiado en el término, de sus dichos se desprende una valoración especial de espacios y mecanismos en los que la voz del pueblo pueda ser escuchada, pero en especial tomada en cuenta como criterio de decisión política.

Seguro de que el proceso representativo ha estado capturado por elites partidarias y “poderes fácticos”, el presidente parece apostar a instancias consultivas para legitimar decisiones controversiales, que no cuentan con el acuerdo mayoritario de los actores con mayor capacidad de incidencia. La cancelación del NAICM, y la puesta en marcha del “Tren Maya” han sido dos experiencias que han demostrado que los mecanismos consultivos han adolecido de problemas de legitimidad, dada la ubicación de las casillas, las condiciones del proceso (algunos ciudadanos se jactaron de votar más de una vez) y el bajo porcentaje de participación. Por ello, este trabajo se pregunta si en las actuales condiciones, los mecanismos de participación ciudadana en el proceso de toma de decisiones podrían significar una estrategia adecuada para compensar los déficits del proceso representativo tradicional. Con datos de la última Encuesta Nacional de Cultura Política, el trabajo analiza: 1. quiénes son los ciudadanos que más participan en la resolución de asuntos públicos, 2. cuáles son las condiciones asociadas a una mayor propensión a participar, y 3. si, bajo las actuales condiciones, puede ser la participación ciudadana una instancia eficaz para dar lugar y satisfacer los intereses excluidos por el proceso de representación tradicional.

La participación ciudadana y la representación

La crisis de representación es un término que se ha hecho “viral” en la ciencia política contemporánea. Aunque la gente sigue yendo a votar, la sociedad civil se activa para manifestarse en las calles y hacer incidencia en políticas públicas y los “poderes fácticos” presionan para que las reformas legislativas satisfagan sus intereses, el vínculo entre la ciudadanía y el sistema político parece haberse resquebrajado. La elitización de los partidos políticos y su creciente distanciamiento de sus –cada vez más escasas- bases populares dificultan la intermediación y excluyen a grandes sectores de los beneficios del proceso de representación.

En México, estos déficits han derivado en una creciente insatisfacción ciudadana con el funcionamiento de la democracia, y lo que es más grave, una pérdida de valoración de la democracia como régimen de gobierno. En 2017, la proporción de ciudadanos que decían considerar que la democracia es el mejor régimen de gobierno no superaba a la cantidad de ciudadanos a los que les era indiferente el régimen que los gobernaba (figura 1).

Figura 1: ¿Es la democracia el mejor régimen de gobierno a pesar de sus problemas? (México 1995-12017)

Fuente: Elaboración propia. Latinobarómetro (1995-2017).

 

Figura 2: Evolución de la satisfacción con la democracia en México (1995-2017)

Fuente: Elaboración propia. Latinobarómetro (1995-2017)

Dada esta constatación ha resurgido la discusión sobre la importancia de contar con mecanismos que favorezcan una mayor participación de la ciudadanía en los procesos de toma de decisiones, más allá de las elecciones. El supuesto es que más espacios de interlocución entre la sociedad y el sistema político redundarán en decisiones más eficaces para satisfacer los intereses de los actores involucrados en el problema público que se pretende atender. Estos mecanismos sin embargo, requieren de ciertos condiciones. A nivel institucional, del diseño de espacios deliberativos, que promuevan una participación informada, donde impere el diálogo y la construcción de acuerdos en torno a la mejor decisión. En términos individuales, ciudadanos interesados por los asuntos públicos, con posibilidades para dotarse de información, tiempo y recursos para organizarse, y capacidad para transformar sus ideas e intereses en proyectos de incidencia en política pública. La evidencia presentada a continuación analiza si dichas condiciones existen en México en la actualidad, para debatir las implicaciones de la democracia participativa en el futuro inmediato.

La participación ciudadana y los factores que la propician. El caso de México

La literatura especializada sostiene que en general la propensión de los mexicanos a la participación en asuntos públicos es baja. Si se analizan los datos de la última ENCUP, la hipótesis parece confirmarse.

Tabla 1: Frecuencia de la participación ciudadana en asuntos de su comunidad

¿Qué tan seguido participa usted en la solución de los problemas relacionados con su comunidad?

Casos

Porcentaje

Porcentaje acumulado

Rara vez o nunca

1008

44.1

44.1

Algunas veces

993

43.4

87.5

Frecuentemente

285

12.5

100.0

Total

2286

100.0

 

Fuente: Elaboración propia con base en la ENCUP 2012

De acuerdo con los datos de la tabla 1, la participación de los ciudadanos mexicanos en asuntos relativos con problemas de comunidad tiende a ser poco frecuente. Un 44.1 sostiene que rara vez participa, mientras un 43.4 lo hace sólo algunas veces. Solo uno de cada diez sostiene que participa de manera frecuente en la solución de problemas de su comunidad.

Si la participación es tan poco frecuente, resulta necesario preguntarse quiénes son los ciudadanos más participativos y cuáles son los factores asociados a dicha participación. La tabla 2 presenta tres modelos de ciudadano (el menos participativo o base, el modal –o típico, en la medida en que es el más frecuente- y el más participativo –en términos de las condiciones que aumentan significativamente su probabilidad de participar en la solución de los problemas públicos de su comunidad).

Tabla 2: Factores que aumentan la propensión a participar en la solución de problemas de la comunidad

Factores

Individuo base

Individuo modal

Individuo más participativo

Nivel escolar

Menos que primaria

Secundaria completa

Licenciatura o más

p53b ¿Cómo calificaría usted su situación económica personal?

Mala o muy mala

Mala o muy mala

Buena o muy buena

Tamaño de localidad

Rural

Urbano

Urbano

p1 ¿Qué tan complicada es la política para usted?

Muy complicada

Muy complicada

Nada complicada

p8 ¿Qué tan seguido escucha o ve programas de política?

Diario

Diario

No muy frecuentemente

p71 ¿Qué tan interesado está usted en los problemas de su comunidad?

Nada

Poco

Mucho

p2a ¿Dígame si usted está de acuerdo o no con la siguiente frase: Los problemas de la sociedad deben ser resueltos por el Gobierno?

Sí, esta de acuerdo

Si está de acuerdo

No esta de acuerdo

p2b ¿Dígame si usted está de acuerdo o no con la siguiente frase: La sociedad debe resolver sus propios problemas sin necesidad de recurrir al Gobierno?

No esta de acuerdo

No esta de acuerdo

Si está de acuerdo

p16 ¿Qué tan satisfecho está usted con la democracia que tenemos hoy en México?

Poco o nada satisfecho

Poco o nada

Satisfecho o muy satisfecho

p40 En su opinión al elaborar leyes, ¿qué es lo que más toman en cuenta los diputados?

Sus propios beneficios

Los intereses de los partidos

Los intereses de la población

p51_2¿Qué tanto cree usted que los ciudadanos pueden influir en las decisiones del gobierno?

Nada

Poco

Mucho

p69_5¿Usted ha sido miembro de un partido político?

No 

No

p69_9 ¿Usted ha sido miembro de una organización ciudadana?

No 

No

p69_11 ¿Usted ha sido miembro de vecinos, colonos o condóminos?

No 

No

p80 ¿Votar es la única manera que tienen las personas como yo para decir si el gobierno hace bien o mal las cosas?

De acuerdo o muy de acuerdo

De acuerdo o muy de acuerdo

Desacuerdo o muy en desacuerdo

p58_6 ¿Con qué frecuencia ha hecho solicitudes (carta, telegramas, visitas a políticos o funcionarios públicos?

Nunca

Nunca

Frecuentemente

Probabilidad de participar (Rara vez o nunca)

0.82

0.70

0.03

Probabilidad de participar (Algunas veces)

0.16

0.27

0.16

Probabilidad de participar (Frecuentemente)

0.02

0.02

0.81

Fuente: Elaboración propia con base en la ENCUP 2012.

La tabla 2 muestra los tres perfiles de ciudadanos en función de su nivel de participación. En primer lugar, el individuo “base” que reúne todas las características que minimizan la probabilidad de participación (2% de participar frecuentemente). En segundo lugar, en el otro extremo, el individuo con mayores probabilidades de participar frecuentemente (82%), y entre ellos el individuo “modal” que es el típico; aquel que reúne las características que más se repiten entre los ciudadanos de la muestra (70% de probabilidad de participar rara vez o nunca, y sólo un 2% de participar frecuentemente en la solución de los problemas de su comunidad)

Los datos indican que los individuos “base” y “modal” no disponen de las condiciones más adecuadas para una participación efectiva. Están poco o nada interesados por los asuntos públicos, y consideran que “es el gobierno quien debe resolver los problemas de su comunidad”. Por ello quizás, están menos satisfechos con la democracia. Para ambos, votar es la única manera de expresar su opinión sobre el desempeño gubernamental, y no es sorpresivo su experiencia de participación en organizaciones o en procesos de interlocución con las autoridades sea mínima.

El perfil más participativo presenta rasgos que lo diferencian claramente de los otros dos. Estos ciudadanos tienen un mayor nivel de escolaridad, consideran que su situación económica es buena, están satisfechos con la democracia, creen que las organizaciones ciudadanas pueden influir mucho en la vida política, y por tanto, el voto no es para ellos la única forma de incidir en las decisiones de gobierno. Tienen experiencia como miembros de diversas organizaciones y han participado en procesos de interlocución con autoridades gubernamentales. De acuerdo con sus ideales, y probablemente gracias a los recursos de que disponen, consideran que “es la sociedad –y no el gobierno- quien deber resolver los problemas públicos”.

Conclusiones preliminares

El análisis empírico muestra que la frecuencia en la participación ciudadana para la solución de problemas comunitarios es baja y está asociada a una serie de características que están desigualmente distribuidas entre la población. Quienes tienen mayor nivel educativo, consideran que la política es algo fácil de comprender, están más expuestos a fuentes de información sobre noticias políticas, tienen más confianza en los partidos (aunque tienden a desconfiar de las autoridades locales) y consideran que son los ciudadanos quienes deben resolver los problemas públicos, tienen una probabilidad mucho mayor que quienes no poseen estos atributos.

Los resultados muestran que el interés, la información, el acceso a espacios de toma de decisión, y la capacidad de organización e incidencia son condiciones que están concentradas en ciertos sectores. En este contexto, la introducción de espacios o mecanismos de democracia participativa –para compensar los déficits actuales de la representación- debería ir acompañada de estrategias que garantizaran una participación equitativa, pero sobre todo, que quienes participen dispongan de la información y los recursos necesarios para incidir racionalmente, de acuerdo con sus intereses, y con la posibilidad de debatir sobre las alternativas de solución al problema público en cuestión.

En este contexto, la participación ciudadana –más allá de sus potencialidades- está lejos de representar aún un contrapeso sustantivo para compensar los déficits del proceso representativo formal. Si bien en la actualidad el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador parece estar interesado en promover esquemas de participación ciudadana para la toma de decisiones, no se sabe aún cuáles serán esos mecanismos. Si bien debe celebrarse todo intento por democratizar el proceso de toma de decisiones, promover una participación ciudadana extensa y efectiva (que suponga deliberación y participación en las decisiones) requiere balancear las capacidades y equilibrar las probabilidades de participación de los diversos tipos de ciudadanos. De no hacerse así, seguiremos atados al péndulo que va del elitismo a la simulación.

 

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