¿Por qué ahora sí pudo unirse la oposición venezolana?

Maryhen Jiménez Morales

DPhil Candidate Political Science. Department of Political Science and International Relations. University of Oxford.

Los líderes autoritarios hoy en día no son invencibles y ellos lo saben. Uno de sus mayores temores es una oposición organizada y unida. Es por ello que su lema central es ‘divide et impera’.

El repertorio para dividir a la oposición es sumamente amplio y puede incluir mecanismos de cooptación y/o represión, entre otros. En muchos casos, las oposiciones no logran resistir estas estrategias divisoras y se fragmentan en diferentes grupos, facilitando así el control absoluto del poder. Sin embargo, en algunos casos hemos observado cómo –a pesar de la lógica del ‘divide et impera’– algunas oposiciones se logran unir y coordinan sus esfuerzos para desafiar al gobernante.

El análisis de las estrategias opositoras se ha vuelto tendencia en la Ciencia Política. El tema de la coordinación opositora se ha convertido en objeto de estudio en gran parte porque algunos trabajos han encontrado una correlación entre la unidad de la oposición y la probabilidad de democratización. Ahora bien, si esto es cierto ¿por qué entonces no todas las oposiciones coordinan sus acciones para enfrentar con éxito el poder del autócrata?

Entre la unidad y la fragmentación

Las estrategias de la oposición venezolana han sido objeto de debates en el ámbito nacional e internacional durante los últimos 20 años. Unas veces ha lucido coordinada y otras fragmentada. Ha invitado a la participación en procesos electorales y también ha apelado a la abstención cuestionando la transparencia de dichos procesos. Ha tomado las calles en protestas masivas, ha promovido referéndums constitucionales, y ha creado y destruido sus propias coaliciones, como la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). Ha contado con liderazgos consolidados y carismáticos, pero al mismo tiempo los ha perdido fruto de la represión del Estado, con el efecto inmediato de la desmovilización de la sociedad.

Cuando un gobierno deja espacios para competir, la oposición no tendrá incentivos para unirse. Cuando un régimen cierra todas las posibilidades para la participación, las posibilidades de cooperar se verán comprometidas. Sin embargo, cuando un gobierno ‘aprieta, pero no ahorca’, la oposición tendrá suficientes incentivos para coordinarse.

No obstante, después de un período de parálisis política desde las elecciones presidenciales fraudulentas de 2018, hemos presenciado la reunificación de la oposición bajo el liderazgo de Juan Guaidó, un líder joven y poco conocido hasta hace unas semanas. ¿Cómo podemos explicar esta nueva coordinación?

Para intentar responder esta interrogante es útil pensar en las estructuras de oportunidades políticas. En mi investigación sostengo que cuando un gobierno permite parcialmente la participación de la oposición, es decir, le deja algunos espacios para competir, ésta no tendrá incentivos para unirse. Del mismo modo, cuando un régimen cierra todas las posibilidades para la participación de las fuerzas opositoras, las posibilidades de cooperar se verán comprometidas. Sin embargo, cuando un gobierno ‘aprieta, pero no ahorca’, la oposición tendrá suficientes incentivos para buscar la cooperación en su interior. En esta situación, las fuerzas opositoras deciden cooperar al entender que las probabilidades de una victoria individual han disminuido de modo determinante.

1999-2006

Durante los primeros años en el poder de Chávez (específicamente entre 1999 y 2006), la oposición venezolana aún disfrutó de espacios políticos y económicos que le garantizaban cierta participación en la esfera pública. Chávez buscó cambiar esta correlación de fuerzas a partir de la nueva constitución de 1999, que, entre otras cosas, amplió el período presidencial de cinco a seis años, recortó el financiamiento público para los partidos políticos y le dio al presidente plena discreción sobre las fuerzas armadas.

Durante el primer periodo oficialista, la oposición operaba bajo la percepción de ser competitiva y de que podía enfrentar a Chávez sin una estrategia conjunta.

No obstante, la oposición todavía fue capaz de conservar algunos espacios. Por ejemplo, los medios de comunicación, el poder judicial y el ejército no habían sido totalmente cooptados. De manera que, durante el primer periodo oficialista, la oposición operaba bajo la percepción de ser competitiva y de que podía enfrentar a Chávez sin una estrategia conjunta. Aunque varias fuerzas opositoras, incluyendo el sector privado, movimientos sociales y partidos políticos, crearon la plataforma llamada Coordinadora Democrática, este mecanismo no se creó con el propósito de convertirse en el vehículo central para la formación de la estrategia electoral de oposición.

Más bien, lo que podemos observar es que distintos actores de esta primera oposición venezolana buscaron marcar la ruta de acuerdo a sus intereses personales. Es por ello que vemos estrategias tan diversas durante la primera administración del presidente Chávez, incluyendo el golpe de Estado, las protestas, el referéndum constitucional, y la abstención de las elecciones parlamentarias.

2006-2015

Un cambio fundamental en la oposición ocurre cuando las oportunidades de participación comienzan a reducirse drásticamente, en otras palabras, cuando el chavismo avanza hacia el control absoluto de las instituciones del Estado.

Entre 2006 y 2015 ese hecho se manifestó a través del aumento de la cooptación de los poderes electoral, judicial y legislativo, así como de las Fuerzas Armadas. De igual manera, el gobierno ordenó el cierre de estaciones de radio, decenas de periódicos y forzó a los canales de televisión a la auto-censura. Con estas instituciones bajo el dominio del Ejecutivo, las posibilidades de participar o eventualmente ganar un proceso electoral fueron desapareciendo. En este contexto, la oposición bajo la conducción de los partidos políticos, decidió unir sus fuerzas convencida de que las posibilidades de una victoria individual eran casi nulas. Esto explica por qué más de 30 partidos ideológicamente distantes crearon la MUD en 2008. Por varios años, la MUD organizó campañas, seleccionó candidaturas y diseñó ofertas programáticas de manera conjunta, incluso bajo una tarjeta electoral única, que le dio la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional en 2015.

Luego de la instalación de la Asamblea Constituyente, algunas facciones pensaron que la ruta electoral se había agotado, mientras que otras sostenían que el cambio aún era posible a través de los votos.

Sin embargo, una vez ganada la Asamblea, el gobierno de Maduro procedió a instalar una Asamblea Constituyente paralela con el propósito de arrebatarle las competencias al órgano legislativo. Con esta acción del gobierno la oposición comenzó nuevamente a fragmentarse. Algunas facciones pensaron que la ruta electoral se había agotado, mientras que otras sostenían que el cambio aún era posible a través de los votos. Estos choques se agravaron aún más después de la brutal represión de las protestas durante 2016 y 2017 y la sistemática persecución y encarcelamiento de activistas y políticos de la oposición. En medio de esta crisis se fue fraguando una nueva alianza entre partidos políticos y sociedad civil cuyo objetivo sería representar a una nueva oposición orientada a provocar la salida de Maduro, no la cohabitación con él.

¿Un nuevo liderazgo, una nueva esperanza?

Si el espacio político de la oposición se redujo al máximo constantemente desde 2015, ¿cómo explicamos esta reciente coordinación alrededor de Guaidó?

Juan Guaidó, el actual presidente interino, es producto, en parte, de coordinaciones previas. Líder del partido Voluntad Popular, le correspondió asumir la presidencia de la Asamblea Nacional por un acuerdo que habían establecido los cuatro partidos de oposición más votados en las elecciones del 2015, entre ellos Primero Justicia, Voluntad Popular, Acción Democrática y Un Nuevo Tiempo. Según este acuerdo, el último año de la presidencia de la Asamblea Nacional le correspondía al partido de Guaidó.

La efervescencia y esperanza que surgen bajo el liderazgo de Guaidó tiene dos características nuevas. Por un lado, es importante destacar el rol de la coordinación internacional de la oposición como instrumento facilitador de la unidad actual. El exilio de varios líderes políticos trajo como consecuencia que la coordinación opositora ocurriera tanto fuera del territorio nacional, como en su interior, en la clandestinidad. Un efecto de esta coordinación internacional sin duda ha sido lograr el apoyo de gobiernos y organizaciones internacionales, como las Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos.

La efervescencia que surge bajo el liderazgo de Guaidó tiene dos características. Por un lado, la coordinación internacional de la oposición; por el otro, el hecho de que fuera relativamente desconocido hasta unas semanas, ha inspirado a la población porque ven en este liderazgo algo nuevo.

Por otro lado, la cara fresca y el estilo calmado e institucional de Guaidó han contribuido de modo determinante a que estos factores arriba mencionados confluyan. El hecho de que Guaidó fuera relativamente desconocido para la opinión pública en Venezuela hasta hace un par de semanas, ha inspirado a la población a salir a las calles porque ven en este liderazgo algo nuevo, algo fresco. Posiblemente ni el propio Guaidó esperaba asumir este rol en este momento tan crucial de la historia venezolana. Le llegó sin buscarlo. Posiblemente, si Freddy Guevara no estuviese exiliado en la embajada de Chile, hubiese sido él quien presidiera la Asamblea Nacional en este momento. Lo que queda claro es que, de cualquier forma, le hubiese correspondido a un diputado o diputada liderar este proceso, pues así lo estipula la constitución venezolana. Los liderazgos más conocidos dentro de la oposición venezolana –como Leopoldo López o Henrique Capriles– podrán asumir un rol si el gobierno de transición de Guaidó abre camino hacia una participación libre y justa.

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Pensar en las oportunidades políticas que da un régimen hibrido y/o autoritario  ayuda a entender cuándo podemos (o no) esperar la coordinación estratégica de la oposición. El caso de Venezuela ilustra cómo, a pesar del control total del espacio político por parte del régimen, la combinación entre coordinación nacional e internacional con el toque de un liderazgo puede encauzar una gran movilización social que lleve al régimen político hacia la transición. Sabemos que los procesos de transición están caracterizados por altos grados de incertidumbres en los cuales los actores relevantes buscan imponer las reglas del juego. Por primera vez hemos visto que la oposición venezolana es la que dicta estas reglas. El gobierno de Maduro está acorralado y dejó de ser el actor que define el juego político. Al estar aislado internacionalmente, con casi un 90% de la población en su contra y una economía quebrada, se le agotaron sus recursos para mantener el ‘divide et impera’. Más bien lo que observamos, es que la oposición, bajo el liderazgo de Guaidó, busca aplicar esta fórmula a través de la presión nacional e internacional para facilitar la transición en Venezuela.

 

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